martes, 26 de abril de 2011
Cambio de piel
A todo gusanito peludo le llega su momento... No tarda en llegar la primavera, cuando la fea y viscosa caparazón le abre paso a hermosas y coloridas alitas. Sin embargo, confieso con dolor, pocas veces ese bello momento, en la vida de las mariposas, es notado por los infames cerditos.
Otras veces, esos marranitos despotrican y rebuznan violentamente ante la hermosa presencia de un nuevo y deslumbrante ser. Mezquinos arrebatos ciegan la hermosa escena que ilumina nuestro entorno, porque no sólo es el cambio de piel de una mariposa lo que acontece sino que todo su mundo deviene pura primavera.
El verde de los bosques sabaneros apela por el ímpetu juvenil y cariñoso de nuestra mariposita. La urbe protocampesina es violentamente transformada en una versión soft o precoz de un central park en potencia, que solo mentes iluminadas como las del mariposario pueden reconocer. El suave arrullo del suburbio se desvanece ante la presencia atonal de un mundo nuevo lleno de luces de neón y torres de avispas.
En vez de cambiar de piel, los macabros cerditos se revuelcan furibundos e inundados de iras inexplicables, reclamando airosos por un pequeño espacio para sus inmutas pieles de metal.
Mi corazón se agita con palpitante ardor, ante tanta necedad, en este nuevo palacio, cual pececito dorado resplandeciendo incansablemente en su brillante pecera.
de vuelta,
Matías
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
